Antonio Pastor, Duque de los Pinos del Cabezo Redondo
Reconozco que el trasplante de los 3 pinos que ordenó el ex concejal de Medio Ambiente, Antonio Pastor, a los terrenos que rodean el Cabezo Redondo, tan visitado en esta época del año debido a los trabajos que se realizan en el yacimiento arqueológico, me tiene traumatizado. Ha sido tan larga la agonía de estos tres arbolicos que en el día de hoy quiero mandar un homenaje póstumo a estos ejemplares de pino no creo que piñonero.
Poco a poco han ido dejando de existir al pensar que Pastor les había dejado solos, impertérritos y desafiantes, pensando que Pastor les había devuelto a la vida, miraban cómo en la laguna situada a sus pies los queridos fartets procreaban para perpetuar su especie. Miraban, incluso celosos, cómo las eneas, que su mismo mentor ordenó plantar en dicha laguna, crecían y crecían alegres y joviales, contrastando con ese malestar que comenzaban a sentir y se manifestaba en el color de su tronco y sobre todo en la escasez de sus hojas
¡algo estaba fallando!
El más longevo, que sucumbió hace semanas, no ha podido comprender mientras moría por qué sus dos hermanos caían secos mientras él sentía los mismos síntomas y las eneas del pequeño embalse habían invadido todo el espacio que ocupa la laguna, amenazando con seguir su expansión por todo el cabezo, llegando incluso a la carretera de Caudete al norte y el embalse regulador al sur, o quizás al Castillico de Salvatierra al este y a la Toconera al oeste. El pino más longevo, antes de morir, se preguntaba el mal que había hecho, él mismo, para ser dejado de la mano de Dios en aquel paraje, viendo cómo los fartets podían sufrir el mismo destino que él porque las eneas se han multiplicado de tal forma que amenazan al pobre pececito en peligro de extinción.
Pero no, no le ha dado tiempo a ver este pino cómo esa iniciativa de tan insigne biólogo, de plantar eneas, puede acabar con los peces que finalmente se han reproducido en abundancia, debido al rápido crecimiento de estas plantas. Y es que se multiplican más rápido que la frecuencia con que se arrancan, pues se tiene que hacer manualmente, porque no se pueden utilizar productos químicos para detener su crecimiento, ya que el fartet podría morir al usar esos productos.
El pobre pino abandonado en el cabezo ha preferido acabar sus días antes que contemplar otra de las atrocidades cometidas por el Rey de los Salicornios, Marqués de la Acequia del Rey, Príncipe de los Mosquitos, Barón de los Tejos y ahora Duque de los Pinos.